La monitorización continua de glucosa (MCG) ha supuesto un cambio significativo para las personas con diabetes, permitiéndoles conocer sus niveles de glucosa en tiempo real, identificar patrones y tomar decisiones más informadas. Gracias a esto, han mejorado el control metabólico, reducido la frecuencia de hipoglucemias e hiperglucemias y, en consecuencia, optimizado su calidad de vida. Además, esta tecnología ha transformado la práctica clínica, proporcionándonos a los profesionales sanitarios datos detallados que nos permiten personalizar tratamientos y anticiparnos a posibles complicaciones.
Uno de los avances más importantes de la MCG es la incorporación de alertas en tiempo real, que han demostrado mejorar el tiempo en rango (TIR, tiempo con glucemia entre 70 y 180 mg/dl), reducir la variabilidad glucémica y disminuir la frecuencia y gravedad de las hipoglucemias, especialmente en personas que usan insulina. Sin embargo, muchas personas con diabetes desactivan estas alertas por desconocimiento de su utilidad o por la fatiga que generan las notificaciones constantes, y los profesionales sanitarios no siempre les damos la importancia que merecen.
Para que las alertas sean realmente útiles, deben estar configuradas de manera que siempre impliquen una acción; si no requieren ninguna respuesta, no deberían estar activadas. Además, es fundamental que la persona con diabetes haya recibido la educación diabetológica adecuada para saber cómo actuar ante cada alerta y aprovechar al máximo la información que proporciona.
En este artículo analizaremos el impacto de las alertas en el control glucémico y la importancia de configurarlas correctamente. Nos centraremos en los MCG utilizados de forma independiente, sin integración con sistemas híbridos de administración de insulina (dispositivos que combinan una bomba de insulina con un sensor de MCG y un algoritmo que ajusta automáticamente la administración de insulina en función de los niveles de glucosa), ya que estos cuentan con un manejo específico que requiere un enfoque diferente en su configuración y respuesta.
PARA QUE LAS ALERTAS SEAN REALMENTE ÚTILES, DEBEN ESTAR CONFIGURADAS DE MANERA QUE SIEMPRE IMPLIQUEN UNA ACCIÓN
Tipos de alertas en los MCG
Alertas de umbral: notifican cuando la glucosa supera o desciende por debajo de un valor predefinido. En algunos sensores, es posible configurar la repetición de la alerta si la glucosa sigue fuera del rango establecido después de un tiempo determinado. También existe en algunos dispositivos la opción de retrasar la alerta de hiperglucemia, de modo que solo se active si la glucosa se mantiene elevada durante un periodo configurable.
- Alertas predictivas: se activan antes de que ocurra una hipoglucemia o hiperglucemia, basándose en la tendencia de la glucosa. Esto permite al usuario anticiparse al evento y tomar medidas preventivas.
- Alertas de tasa de cambio: se activan cuando la glucosa varía rápidamente en un corto período de tiempo. En algún dispositivo, estas alertas pueden configurarse para activarse solo si la glucosa alcanza un determinado umbral, combinando velocidad de cambio y valores absolutos.
- Alertas técnicas: estas alertas indican posibles problemas técnicos con el sensor o situaciones en las que se requiere la intervención de la persona con diabetes para garantizar un correcto funcionamiento del sistema.
- Otras alertas: por último, existe en el mercado un MCG que si se conecta con su pluma de insulina compatible, puede generar alertas en caso de omisión de una dosis de insulina o cuando es necesario administrar una dosis correctora para controlar niveles elevados de glucosa.
En la Tabla 1 se muestran los sensores disponibles en el mercado junto con las alertas que ofrecen. Algunos modelos no han sido incluidos, a pesar de estar temporalmente en circulación, ya que están en proceso de ser reemplazados por versiones más modernas.
Beneficios de las alertas en la monitorización continua de glucosa
La alerta de hipoglucemia ha demostrado ser una herramienta efectiva para reducir tanto el tiempo en hipoglucemia como la frecuencia y gravedad de los episodios. Además, puede contribuir a disminuir el miedo y la ansiedad asociados a la hipoglucemia. Su efectividad depende del umbral en el que se configure: valores más altos brindan mayor protección, pero pueden reducir el tiempo en rango (TIR, 70-180 mg/dL), especialmente si no se complementa con una alerta de hiperglucemia que ayude a equilibrar el control.
La alerta predictiva de hipoglucemia, disponible en algunos sistemas, permite anticiparse a un descenso inminente de la glucosa y actuar antes de que ocurra. Se ha demostrado que su uso disminuye los episodios de hipoglucemia sin afectar el TIR, ofreciendo una protección adicional sin comprometer el control glucémico.
Por otro lado, la alerta de hiperglucemia ha demostrado reducir el tiempo por encima del rango (TAR, >180 mg/dL y >250 mg/dL) y disminuir la glucosa media. Configurarla en valores más bajos mejora el control glucémico, pero también incrementa la frecuencia de notificaciones, lo que puede afectar la adherencia. Por ello, es fundamental individualizar el umbral de activación para cada persona, asegurando un equilibrio entre eficacia y calidad de vida.
La opción de retrasar la alerta de hiperglucemia (disponible en algunos dispositivos) ha demostrado en algunos estudios reducir la incidencia de hipoglucemias por sobre corrección, al evitar la administración innecesaria de insulina y limitar la activación de la alerta a situaciones en las que realmente se requiere intervención.
Inconvenientes de las alarmas de los MCG y estrategias para gestionarlos
Si bien las alertas en los MCG aportan múltiples beneficios, también pueden presentar inconvenientes que afectan su eficacia y la experiencia del usuario.
Uno de los principales problemas es la fatiga de alarmas, que ocurre cuando las notificaciones son tan frecuentes que el usuario termina ignorándolas o desactivándolas. Para evitarlo, es esencial configurar solo las alertas necesarias para la toma de decisiones y ajustarlas a cada persona. Otro desafío es la posible pérdida de privacidad y la activación en momentos inoportunos. Esto puede mitigarse ajustando los umbrales según el horario, activando el modo vibración o deshabilitando temporalmente algunas alertas.
Además, algunas personas sobre reaccionan a las alertas, ingiriendo demasiados carbohidratos ante una hipoglucemia o administrando insulina de corrección demasiado pronto tras una comida, lo que puede provocar desajustes en el control glucémico. La educación diabetológica es clave para que el usuario sepa cómo actuar ante cada alerta y evitar correcciones innecesarias.
En resumen, la configuración de las alertas debe ser personalizada y acompañada de una adecuada educación diabetológica para maximizar beneficios y minimizar inconvenientes.
ES ESENCIAL CONFIGURAR SOLO LAS ALERTAS NECESARIAS PARA LA TOMA DE DECISIONES Y AJUSTARLAS A CADA PERSONA
Configuración personalizada de alertas: ajustándolas a cada persona y situación
Actualmente, no existe evidencia científica clara sobre los niveles óptimos para configurar las alertas en los sistemas de monitorización continua de glucosa (MCG) ni sobre cuáles son las más útiles para cada persona. Su ajuste debe lograr un equilibrio entre seguridad y calidad de vida, evitando notificaciones innecesarias que puedan generar fatiga de alarmas. A continuación, se presentan recomendaciones generales que deben entenderse como orientativas y siempre adaptarse a la situación clínica y a las preferencias individuales.
La configuración de las alertas no solo varía entre personas, sino también dentro de una misma persona en distintos momentos de su vida. Por ejemplo, los umbrales establecidos durante el embarazo no serán los mismos que los recomendados en el posparto, ya que los objetivos glucémicos y los riesgos asociados cambian. Además, las necesidades pueden cambiar incluso dentro del mismo día, ya que no se requieren las mismas alertas durante la práctica de ejercicio que en reposo o en otras actividades cotidianas.
En la mayoría de las personas, un umbral de hipoglucemia entre 70 y 75 mg/dL puede ser adecuado. En los dispositivos que lo permitan, puede ser útil programar una repetición de la alerta si, tras 20-30 minutos, la glucosa sigue fuera del rango bajo. Para la hiperglucemia, un umbral razonable podría situarse alrededor de 250 mg/dL. En los sensores que lo permitan, será útil que la alerta no se active inmediatamente al alcanzar ese valor, sino solo cuando realmente sea necesario actuar, por ejemplo, tras permanecer dos o tres horas por encima de ese nivel.
La configuración de alertas también debe adaptarse a situaciones específicas como el ejercicio físico. Tradicionalmente, se recomendaba establecer la alerta de hipoglucemia en el límite más alto permitido por el sensor, generalmente 100 mg/dL. Sin embargo, algunos dispositivos actuales permiten configurar umbrales más elevados, y nos permite adaptarlo más al tipo de actividad.
Por ejemplo, si el riesgo de hipoglucemia es bajo, podría ser útil fijar la alerta en 125 mg/dL; si el riesgo es moderado o alto, establecerla en 150 mg/dL sería más apropiado (si el MCG utilizado lo permite). Además, dado que el riesgo de hipoglucemia aumenta en las horas posteriores al ejercicio, mantener la alerta de hipoglucemia en 80-90 mg/dL durante ese período puede ser útil.
Las alertas predictivas de hipoglucemias o de velocidad de cambio son muy útiles en situaciones como el ejercicio físico en que puede haber cambios bruscos de glucemias.
En personas para quienes las hipoglucemias representan un riesgo significativo, como adultos mayores frágiles, personas con múltiples patologías o profesionales cuya seguridad pueda verse comprometida por una hipoglucemia (por ejemplo, conductores en horario laboral), puede ser útil establecer umbrales de alerta más conservadores, entre 80 y 100 mg/dL.
En estos casos, las alertas predictivas de hipoglucemia pueden ser especialmente útiles para anticiparse a un descenso en la glucosa y prevenir su aparición. Del mismo modo, en este grupo de pacientes, la alerta de hiperglucemia podría configurarse en un umbral más alto (250-300 mg/dL) y, si el sensor lo permite, con un retraso de aproximadamente 3 horas, evitando notificaciones innecesarias y priorizando aquellas que realmente requieran una acción.
En el otro extremo están las personas que requieren un control glucémico más estricto, como ocurre en el embarazo. En este grupo, el tiempo en rango (TIR) se define entre 63 y 140 mg/dL, en lugar de los 70-180 mg/dL utilizados en la mayoría de los pacientes.
En este contexto, tiene sentido configurar umbrales de hipoglucemia más bajos (65-70 mg/dL) y aprovechar al máximo las alertas predictivas para prevenir descensos en la glucosa. También pueden ser muy útiles las alertas de velocidad de cambio, sobre todo si pueden asociarse a un valor absoluto de glucosa, ya que en el embarazo se requiere un equilibrio delicado: mantener la glucosa lo más baja posible sin caer en hipoglucemia.
Para la hiperglucemia, un umbral más bajo, en torno a 180-200 mg/dL, puede ser una opción adecuada cuando se precisa un control muy exhaustivo. Además, en los sensores que lo permitan, establecer un retraso de aproximadamente 2 horas puede ayudar a reducir alertas innecesarias sin comprometer la seguridad.
Conclusiones
Las alertas en los sistemas de monitorización continua de glucosa (MCG) son una herramienta fundamental para mejorar el control glucémico y prevenir tanto hipoglucemias como hiperglucemias. Sin embargo, su efectividad depende de una configuración personalizada que minimice la fatiga de alarmas y garantice que cada notificación implique una acción concreta. Ajustar los umbrales según las necesidades individuales y proporcionar una educación diabetológica adecuada son aspectos clave para maximizar su utilidad y evitar respuestas inadecuadas. En definitiva, una configuración revisada periódicamente permite que las alertas no solo optimicen el control de la diabetes, sino que también mejoren la calidad de vida de quienes las utilizan
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